El arte de ser metódicamente flexibles



Permítanme aprovechar un poco más el tema del ajedrez.

Decía yo no hace mucho que en ajedrez es de suma importancia tener muy claro el objetivo antes de comenzar la partida. Igualmente, el tener previstos unos cuantos movimientos por adelantado y el haber estudiado varias alternativas de evolución del juego, suponen la diferencia entre el éxito en la partida y una derrota segura.

En ese mismo sentido, diría yo que en la vida, necesitamos conocer nuestro objetivo, estudiar una serie de alternativas y prever unos cuantos pasos por delante antes de darlos. E incluso más importante que todo lo anterior, ser capaces de adaptarnos a las circunstancias y cambiar de estrategia de acuerdo a las condiciones que se nos presentan. En un alarde de creatividad, se me dio por llamarle a esto "ser metódicamente flexibles".

Y es que en ajedrez esto aparece de forma indiscutiblemente evidente. Uno trae al tablero toda su experiencia previa, intenta evaluar a su oponente en función de su conocimiento de él y de sus habilidades, y a partir de estos puntos, desarrolla una estrategia para ganar la partida.

A medida que la partida va avanzando, algunos de los movimientos que había anticipado no se producen, aparecen las alternativas. Lo interesante ocurre cuando alguno de los movimientos de mi oponente no fue anticipado desde mi análisis previo de la partida. Es entonces cuando la verdadera partida comienza. A partir de ahí, debo irme adaptando a los movimientos de mi oponente, buscando con mi capacidad de análisis, encontrar la lógica que está aplicando en su juego para poderlo contrarrestar y superar.

Al organizar y gestionar procesos o entidades, la situación es la misma. Me siento a la mesa con toda mi experiencia previa y desde esa experiencia estudio, preparo y desarrollo las alternativas que se me pueden presentar. Evalúo necesidades, recursos, riesgos y oportunidades. Coloco cada elemento en su lugar. Preparo el tablero para jugar y cuando tengo claro hacia dónde quiero ir y cómo transitar por el camino hacia el objetivo, comienzo la partida.

A medida que el proceso evoluciona, tomo las decisiones que toca tomar en cada caso, en función del guión que traía estudiado. Despliego la estrategia que tenía desarrollada y hago alarde de las alternativas que tenía preparadas a medida que la necesidad se presenta. Y cuando aparecen los imprevistos... ahí  es cuando me vuelvo "metódicamente flexible".

La experiencia me ha enseñado que en todo proceso nos dedicamos a anticipar posibles imprevistos, a planear las actividades, de forma tal que nada se salga de control. Pero esa misma experiencia me ha demostrado, una y otra vez, que los imprevistos se llaman imprevistos porque no son previsibles. ¡Tremenda obviedad!

En lugar de desesperarme en intentar evitar lo inevitable, creo que resulta más productivo el desarrollar la habilidad de reaccionar, de asumir la responsabilidad sobre las situaciones y de actuar en consecuencia. ¿Convencidos? Vamos a ver cómo funciona esto.



Lo primero que es importante considerar es que no podemos obviar la importancia de la planeación, el estudio y el desarrollo de estrategias y alternativas. Cuanto mejor preparada tenemos la partida, menos margen para los imprevistos dejamos. Así que, ese es el primer y muy importante paso hacia ganar el juego. Ahora bien, también debemos ser conscientes de que el oponente está sentado allá para ganar, y probablemente es tan buen jugador como nosotros, si no es que mejor. Por tanto, eventualmente aparecerán situaciones que no hemos sido capaces de anticipar con tiempo suficiente como para evitarlas. En ese momento arranca nuestra flexibilidad.

Digo que debemos ser metódicamente flexibles porque es muy importante aplicar un criterio para decidir cuándo es momento de abandonar el camino y buscar una alternativa. Si no somos consistentes con las estrategias desarrolladas antes de comenzar la partida nos perderemos muy pronto en la partida y no seremos capaces de hacer que el proceso avance por ninguno de los caminos que habíamos previsto. Si esto pasa demasiado temprano, estaremos metidos en un proceso muy demandante desde el punto de vista de análisis. Será necesario estar continuamente evaluando alternativas y no seremos capaces de ver más allá de dos o tres pasos por delante, lo que limita mucho nuestra capacidad de influir en el proceso global de la partida. Entonces, una vez que arrancamos un proceso, debemos mantenernos en el camino trazado de forma previa el máximo tiempo posible. Incluso cuando empezamos a percibir problemas adelante, debemos seguir avanzando. En ese punto, sí es momento de empezar a recuperar las alternativas y ponerlas a mano. Empezar a refrescar las condiciones que se daban para cada una de ellas y estudiar cuál de esas situaciones se parece más a las inmediatamente futuras. Identificar el momento en el futuro inmediato donde las condiciones son equivalentes a las de cada una de las alternativas y estar preparados para tomar la decisión llegados a ese punto.

Y si el momento de tomar alguna de las alternativas finalmente aparece, es entonces cuando podemos empezar a preparar nuestra "flexibilidad metódica". Lo primero es entender qué ha pasado para que tuviéramos que ajustar el rumbo. No se trata de buscar culpables, sino de encontrar soluciones. Por ello, es muy importante entender las razones que han hecho que el proceso evolucionara hacia un lugar diferente al que nosotros habíamos previsto. Pudieran ser multitud de razones, desde factores que no consideramos o no evaluamos con la importancia que finalmente tuvieron, hasta algunos cambios en los intereses de los jugadores. Sean cuales sean las razones, es muy importante entender qué le está pasando al proceso para ser capaces de reaccionar adecuadamente.

Una vez entendidas las razones por las cuales el proceso ha cambiado de rumbo, empezamos a generar nuevas alternativas. Finalmente no se trata más que de actualizar las condiciones de contorno para adaptar las decisiones a esa nueva realidad. El proceso de creación de alternativas es el mismo que aplicamos antes de empezar la partida, solo que ahora tenemos algo más de información sobre el proceso y algo menos de tiempo para elaborar escenarios. Lo importante aquí es que, con la información disponible, preparemos un par de escenarios posibles y seamos capaces de desarrollarlos con cierto detalle. Con esto, siempre iremos un par de pasos por delante, adaptando nuestras decisiones a las necesidades actuales y manteniendo el proceso en el rumbo que nos interesa.

El ser "metódicamente flexible" implica tanto la capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias del proceso, como la habilidad de hacerlo con rapidez. Pero a la vez pone especial atención en la importancia de reconocer si es o no el momento de ajustar la estrategia. Esto es, pudiera ser que estemos viviendo un evento pasajero y no un cambio de tendencia en el proceso. Es importante ser capaces de dar un par de pasos atrás para tener una perspectiva mayor del momento. Si efectivamente estamos ante un cambio de tendencia, entonces toca tirar de nuestra flexibilidad metódica para adaptarnos a ese cambio. Pero si no es más que una "turbulencia" pasajera, entonces el curso de acción adecuado es el de mantenernos firmes en nuestra estrategia previa. Confiar en que el proceso de decisión que nos llevó a tomar un camino en concreto fue el adecuado y que eventualmente las turbulencias pasarán y el proceso regresará a su desarrollo anterior.

Y a todo lo anterior sumémosle lo que decíamos del "rey". El rey permea completamente su actitud a toda la organización y al proceso. Si movemos piezas al azar por el tablero, sin mantener una coherencia con la estrategia original de acción, es altamente improbable que la partida termine cayendo de nuestro lado. Por contra, si no somos capaces de adaptar nuestra estrategia ante los movimientos imprevistos de nuestro oponente, el resultado tampoco será mucho mejor. Por tanto, como líderes, nos toca ser capaces de ver un poco más allá de la situación inmediata. Evaluar las señales y tomar la decisión que en ese momento parece la más adecuada. Y una vez tomada la decisión, toca comunicarla a nuestro equipo. Transmitirla con energía y convencimiento, haciéndoles ver que el proceso sigue hacia el resultado buscado, ya sea con un pequeño ajuste en el rumbo o apretando los dientes para superar el actual momento de inestabilidad. Si nuestro rey es "metódicamente flexible" podemos estar tranquilos y confiar en que la partida caerá de nuestro lado.

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