El líder persiguiendo el objetivo



Ya dijimos que un objetivo bien definido es el primer paso para tener un proceso exitoso. Siempre que arrancamos con un proceso nuevo o estamos creando una nueva organización, debemos empezar por definir el objetivo que este nuevo ente persigue. Hasta que no tengamos este objetivo perfectamente claro, no es prudente continuar. ¿Y a quién le toca definir ese primer elemento? Yo diría que la definición del objetivo es la principal tarea que el líder tiene que cumplir en toda organización o proceso. Le corresponde a él ser quien defina este elemento. Es de alguna manera la raíz desde la cual la organización va a ir creciendo. Si estás en esa posición, y estás en ese momento de creación, párate a pensar tranquilamente en el objetivo de tu organización.

Aún en aquellos casos en los que somos parte de una organización mayor y nuestro equipo o proceso está involucrado en otro proceso superior, aún cuando aparentemente el objetivo nos llega impuesto, es muy importante que como líderes revisemos ese objetivo y lo hagamos propio, dándole los matices propios de nuestra personalidad. Sin esto, en algún momento nos desconectaremos y llevaremos el proceso al fracaso. Revisa el objetivo que te marcan, ¿hace sentido con tu forma de ver el proceso? ¿qué le falta o qué le sobra? ¿no es en absoluto lo que deseas? ¿qué puedes hacer al respecto?

En aquellos casos en que eres parte de un proceso o de una organización mayor, pudiera suceder que el objetivo que te plantean no resuena en absoluto con tu enfoque. En este caso hay dos alternativas. La primera sería buscar en el objetivo aquellos elementos que pudieran tender puentes hacia elementos que sí te entusiasman. La segunda es buscar una alternativa para abandonar el proceso.

En el caso de la primera, es importante darnos siempre la oportunidad de explorar las opciones que se nos presentan. Vamos a pensar que estás a punto de iniciar una partida contra un jugador que reconoces como muy superior a ti. En este contexto, tu objetivo es prolongar la partida al máximo, pero no percibes opciones de tablas y mucho menos, te planteas una posible victoria. Difícil engancharse con este objetivo. Es probable que la partida termine en muy pocos movimientos.

¿Pero qué te parecería pensar que si consigues enrocarte estarás en una posición más fuerte para prolongar la partida? Puedes plantearte las primeras jugadas con el único objetivo de alcanzar esta posición defensiva y a partir de ahí buscar alguna posibilidad de prosperar en la partida ¿Te suena un poco mejor?

Es solamente un ejemplo, pero la idea es simplemente buscar los puntos de interés dentro del objetivo, de tal forma que el planteamiento de tu proceso te resulte excitante y te permita mantenerte enfocado en conseguir los mejores resultados.

Ahora, si tras darte a la tarea de buscar nexos con tus intereses, no te ha sido posible encontrar nada, lo más prudente es empezar a buscar un cambio de rumbo. No siempre es inmediato y no siempre es sencillo, pero de alguna manera, si el proceso no va para nada contigo, es lo más honesto que puedes hacer, tanto para ti como para la organización.

Como parte de tu responsabilidad para contigo, para con tu equipo y tu organización, es fundamental que puedas actuar con sinceridad. En el camino, existen momentos en los que las tareas a las que nos enfrentamos no van en absoluto con nosotros y, si tras el proceso que comentamos anteriormente, no te es posible conectar a un nivel aceptable con ella, es importante trabajar esa alternativa que comentamos. En este proceso de encontrar la alternativa adecuada, puede ser que se presente otro proceso, quizá paralelo al principal, quizá alguna implicación que no habías visto o quizá algo totalmente opuesto, que te sirva para engancharte. Sea como sea, es importante encontrar ese nivel de implicación entre tú y el objetivo.

Vamos a avanzar por el camino de la definición del objetivo. Decíamos en algún artículo anterior que lo primero es poner el objetivo "en blanco y negro". Tómate tu tiempo, escríbelo una y otra vez hasta que sea lo que estás buscando. Y una vez que lo tengas claro, da el siguiente paso.

Eres el líder de tu equipo, de tu organización, de tu proceso. Con tu objetivo ya claro, necesitas transmitirlo al resto de tu organización. Necesitas entender cómo ese objetivo que has encontrado para tu proceso, se traduce en acciones. Lo anterior se traduce en "aterrizar" el objetivo.

Piensa en tu partida. Ya has decidido que, aunque tu adversario es muy superior, tu objetivo va a ser alargar la partida hasta un poco más allá de lo aparentemente posible. Con ese objetivo en la cabeza, debes comenzar a evaluar cuáles son las primeras acciones a asegurar. El objetivo es el total del proceso, pero para llegar allá tienes que empezar por dar pequeños pasos. Estos pasos, son tus hitos o metas intermedias. Una meta es una materialización tangible del objetivo. En este caso, tu objetivo es un tanto indefinido, ya que alargar la partida un poco más allá de lo aparentemente posible, no resulta del todo medible. Para determinar si tu objetivo ha sido alcanzado o no, debes establecer la meta que lo "materializa". Por ejemplo, si crees que tu adversario podría vencerte en apenas 10 movimientos, ponte la meta de permanecer 20 movimientos en la partida. Esa sería la materialización final de tu objetivo.

Igualmente, para alcanzar esos 20 movimientos, puedes pensar que lo primero que necesitas es establecer una posición defensiva fuerte, enrocarte es una excelente opción. Por tanto, tu primera meta, en el camino hacia la meta final, es alcanzar el enroque. Y así continuarías desarrollando el proceso.

En este ejemplo no tienes un equipo al que transmitir el objetivo y las metas. Pero si el ajedrez se jugara en equipo, entonces sería muy necesario que transmitieras estos conceptos a tu equipo.

Si ahora regresamos al campo de la gestión, retomando el objetivo que pusimos en algún caso anterior, "crear un equipo capaz de añadir valor a nuestros clientes a través de la optimización de sus procesos", vamos a ver cuáles son los siguientes pasos.

En primer lugar, podríamos definir qué entendemos por "añadir valor" o por "optimización de sus procesos". Son conceptos lo suficientemente amplios como para que amerite cierta reflexión. Como resultado de esa reflexión tendríamos las metas asociadas a la creación de esta empresa.

Incluso un pasito antes, hablamos de "crear un equipo capaz de añadir valor". Dejando de lado la tarea, el concepto de crear un equipo de alto rendimiento es interesante en sí mismo. ¿Qué entenderíamos por equipo capaz? ¿cuáles serían los roles de las personas involucradas en ese equipo? ¿cuáles serían las responsabilidades individuales y como equipo? ¿cómo sería la comunicación de las personas de ese equipo entre ellas y con los adyacentes?



Y por supuesto, ahora sí, como tenemos un equipo involucrado, necesitamos hacerles partícipes del objetivo. Necesitamos transmitirles la información y detenernos en entender cómo esa información les afecta. Conocer su opinión acerca del objetivo, si les entusiasma o no, si se ven capaces de alcanzarlo y si quieren estar involucrados en el proceso.

Todo lo anterior forma parte del proceso de materialización, o como dijimos antes, de "aterrizar" el objetivo. Al igual que comentamos en tu caso, lo primero y más importante es que seas capaz de transmitir a tu equipo el objetivo del proceso y que puedas recibir sus comentarios acerca del mismo. Desde este momento, además de empezarlo a aterrizar, estás construyendo el equipo que te llevará al éxito. Como en tu caso, para aquellos compañeros para los que el objetivo no resuena en absoluto con sus objetivos personales, es importante llevar adelante un proceso de acercamiento entre ambas situaciones, para encontrar el punto común que les permita desarrollarse con entusiasmo dentro del proceso. Si no llegas a encontrar ese punto, mejor considera buscarle alguna alternativa a esas personas.

Una vez que ya tienes el objetivo presentado a tu equipo y a tu equipo alineado al objetivo, ellos mismos te ayudarán a definir las metas que marcarán el camino para alcanzarlo. Considera que en los procesos de gestión a los que nos enfrentamos hoy día, la cantidad de aristas y variables a tener en cuenta en cada decisión que se nos presenta es tal, que una sola persona no puede navegar con garantías de éxito sin contar con la ayuda, conocimientos y criterio, de un equipo completo.

Desde este punto de vista, a la hora de empezar a definir las metas, es muy valioso contar con más cabezas arrimando ideas al proceso. Como además, son cabezas alineadas al objetivo y con intereses personales que se verán satisfechos de alguna medida al alcanzarlo (dado que ya han pasado por el proceso de alineación), es más que probable que no solamente la cantidad, sino también la calidad de esas ideas que lleguen a la mesa, sea muy elevada. Entonces, con tantas ideas involucradas y con la necesidad de ir definiendo necesidades y procesos concretos, ¿cómo podemos hacer para ir discriminando entre unas y otras? ¿cómo hacemos para poner cada idea en su lugar y en su justa medida?

Como antes, eso amigos míos, está por llegar. Paciencia.

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