Del arte a la ciencia
¿Cómo estás? De nuevo nos vemos por acá y en esta ocasión quiero hablarte de la diferencia entre arte y ciencia, desde mi perspectiva claro está.
¿Te has preguntado por qué si haces algo siempre de la misma manera no siempre obtienes el mismo resultado? ¿Qué es lo que pasa para que en ocasiones los resultados sean los que andabas buscando y otras veces parezca que nada sale como esperabas? ¿Qué es lo que no estás teniendo en cuenta?
Yo diría que esto se debe al espacio que separa el arte de la ciencia. ¿Te gusta cocinar? ¿Siempre te queda igual lo que cocinas? Sin embargo, cuando vas a un restaurante, siempre les queda igual lo que te sirven, ¿cierto?
Yo diría que la diferencia está en ser metódicos. En contar con procedimientos claros y bien definidos. Y cuanto mayor sea el nivel de detalle de esos procedimientos, más parecidos serán siempre los resultados obtenidos. Es como escribir la receta de ese pastel que preparaba tu abuela y que también aprendió a hacer tu mamá. Receta en mano el pastel siempre queda increíble. Sin la receta, empiezan a fallar algunos detalles.
Y tampoco vamos a decir que sin un procedimiento bien definido el resultado sea malo. No, los artesanos son excelentes presentando sus productos. Es solamente que todos los productos de un artesano son únicos y todos son diferentes entre sí. Un artesano no puede garantizar el resultado de su trabajo. Puede ser muy bueno, pero no siempre será exactamente igual.
Si queremos garantizar que los resultados de nuestro trabajo siempre sean iguales, necesitamos generar procedimientos que nos ayuden a repetir metódicamente cada paso, a poner siempre la misma cantidad de cada ingrediente en el producto para obtener el mismo sabor final. ¿Pero esto lleva demasiado tiempo cierto? Pues yo creo que realmente no.
Yo tengo una manía. Todos los días, cuando estoy en un proyecto, apunto lo sucedido en la jornada. Tomo nota de las situaciones que se presentaron y de las decisiones que tomamos para resolverlas. De esta forma, tengo una especie de diario de lo que ha pasado y con esa información puedo reconstruir todo el proceso y encontrar respuestas probadas en situaciones anteriores. No es más que darse unos minutos al final de cada jornada para resumir lo sucedido.
Puede ser esto o puede ser cualquier otro método. Lo importante de la idea es que no es necesario invertir demasiado tiempo en registrar absolutamente todos los detalles de un proceso para ser capaces de repetirlo con garantías de éxito.
Creo que hay dos maneras de generar estos procedimientos que nos permitan repetir una y otra vez los resultados de cualquier proceso. La primera forma es ir generando el procedimiento a medida que avanza nuestro proceso. La segunda es hacerlo al finalizar el proceso. Cada una de las alternativas tiene sus puntos fuertes y flojos, pero en cualquier caso, se alcanza el objetivo de contar con una guía hacia el éxito. En mi opinión, la mejor forma de generar procedimientos es al tiempo en que se van desarrollando los procesos. Esto te permite reflejar en el procedimiento no solamente los resultados obtenidos, sino también parte de las sensaciones que estabas experimentando mientras ejecutabas el proceso, lo cual a su vez supone una ventaja a la hora de revisar el procedimiento en caso necesario. Puedes tener una idea mucho más afinada de dónde están las oportunidades de mejora.
Vamos de regreso a la cocina. Piensa que estás preparando un rico pastel de manzana. Ya lo has preparado muchas veces, pero no has apuntado la receta. No has sido capaz de repetir aquella ocasión en la que todos reconocieron que te había quedado increíble. Por supuesto, siempre te dicen que queda rico, pero nunca ha vuelto a ser unánime. Bueno, hoy estás dispuesto a cambiar eso.
Lo primero que tomas en la cocina es... papel y lápiz. Vas apuntando todos y cada uno de los ingredientes que traes a la mesa, con cantidades lo más exactas posible. Tomas nota de cada una de las acciones que aplicas a esos ingredientes: pelas las manzanas, las cortas en cubitos o en rodajas, ... Posteriormente apuntas los tiempos de cocción de cada elemento y la forma de finalmente presentar el producto. Terminas tu pastel y... no, no diste totalmente en el clavo. ¿Qué ha cambiado? ¿Para qué ha servido tomar nota de todo el proceso?
Pues ahora tienes un diario del proceso. Si el pastel se pasó de horno, puedes corregir este punto para la próxima ocasión (incluso dejando la nota en la receta que acabas de generar). El contar con la historia de tu pastel te permite ir afinando el procedimiento hasta conseguir repetir aquel éxito que andas buscando. Y mejor aún, a partir del momento en que alcances a afinar el procedimiento, siempre entregarás el mismo y excelente pastel.
Hay casos en los que los procesos a desarrollar no están al 100% dentro de tu capacidad de acción. Pudieran estar sometidos a factores externos que realmente pueden marcar el resultado. ¿Cómo hacer en estos casos para eliminar el factor incontrolable? Pues en realidad no puedes.
Imagina que quieres organizar una serie de cenas durante todo un año. Estas cenas serán al aire libre, en el jardín de tu casa. Son 2 cenas al mes, desde enero a diciembre. Estás sometido al clima: frío, lluvia, viento,... No puedes hacer gran cosa contra esos factores. Pero sí te puedes preparar para minimizar sus efectos, ¿cierto? En los meses de invierno es más probable que la temperatura sea baja y existe la posibilidad de lluvia. En verano, hará más calor y precisamente ese puede ser tu problema a resolver. Puedes tomar en cuenta estos elementos y preparar algo de antemano para incorporar sus efectos en las cenas que vas a organizar. Tal vez tener prevista la instalación de una carpa en los meses de lluvia y frío. Tal vez prever un menú más ligero para los meses de calor.
Ciertamente no puedes saber si va a hacer frío o calor, si va a llover o no, pero sí te puedes preparar para considerar soluciones ante esos elementos. Y estas alternativas pueden estar previstas en tus procedimientos. Puedes tener incorporadas las soluciones de antemano o puedes establecer una serie de indicadores para estar preparado a la hora de tomar las decisiones.
Piensa que prevés la instalación de esa carpa en el jardín solamente para los meses de lluvia, pero te sale una jornada de lluvia fuera de temporada. Si tu procedimiento no es lo suficientemente flexible, no encontrarás una solución a esta situación. En lugar de establecer la condición de instalar la carpa durante los meses de lluvia únicamente, puedes establecer la necesidad de revisar las predicciones de tiempo con una semana de antelación y, en el caso de detectar la probabilidad de lluvia, tomar la decisión de instalar la carpa.
Son muchas las soluciones que te aporta el contar con un procedimiento para desarrollar cualquier proceso. Si no dependes de tu memoria o de tu experiencia, es mucho más sencillo dar las mismas soluciones a las mismas situaciones. De esta forma minimizas la probabilidad de pasar algo por alto y estás poniendo las bases para conseguir repetir los resultados que andas buscando.
En resumen, entre el arte y la ciencia, la diferencia la marcan los procesos repetibles. Para repetir procesos, necesitas procedimientos que te guíen por el proceso hasta el objetivo final. Y todo esto tiene una gran ventaja: el hecho de que recojas en un procedimiento tu arte, no te obliga a dejar de ser un gran artista, simplemente ya no serás un artesano.
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