El fracaso de tener éxito


¿Cómo has estado? Por acá nos encontramos de nuevo, esta vez, con una idea un tanto peculiar. Seguramente has escuchado o leído mucho acerca del por qué el fracaso es el camino al éxito. Pero, ¿habías pensado en el otro orden de la frase? Cómo el éxito puede ser también el camino al fracaso. ¿No? Pues vamos con eso entonces.

La idea está soportada por dos pilares principales:
  • el éxito puede producir ceguera.
  • el éxito puede producir frustración.

Yo soy un enamorado de Blackberry. ¿Te suenan? Habrá algunos que incluso tengan problemas para identificar de qué estoy hablando. Hace una eternidad, nada menos que 10 años, eran los dispositivos celulares por excelencia. Los equipos de BB hacían cosas que para otros parecían imposibles. Los responsables de regir los destinos de estas maravillas de la tecnología creyeron que con tal ventaja competitiva nunca se bajarían del liderazgo en ese sector. Y como a otros antes, les dió ceguera. Dejaron de ver lo que sus clientes necesitaban. Dejaron de ver lo que su competencia creaba. Dejaron de ver lo que el futuro prometía. Y en medio de esa ceguera, llegaron otros muchos y les pasaron ampliamente por encima.

Este es un ejemplo de cómo el éxito nos hace ciegos a la realidad. En muchas ocasiones nos da por pensar que el mero hecho de que hayamos alcanzado un lugar que otros no conocen, nos hace inmunes a errores y nos pone por encima del común de los mortales. No somos capaces de ver la realidad de nuestro entorno. Y eso es muy peligroso si queremos seguir manteniendo nuestro camino ascendente.

Yo diría que es necesario entender que si nosotros hemos sido capaces de hacer algo, es muy probable que haya otras muchas personas capaces de hacerlo también. Probablemente lo harán con el tiempo. Así es la historia de la humanidad. En el deporte podemos buscar muchos muy buenos ejemplos de lo que digo. Pensemos en los 100 metros lisos. Hace aproximadamente 50 años, en 1968, Jim Hines corrió esta distancia por primera vez en la historia por debajo de los 10 segundos. Durante años esta fue una hazaña irrepetible. No fue hasta 1977 que otro atleta, Silvio Leonard, repitió la proeza y también corrió los 100 metros por debajo de los 10 segundos. La siguiente ocasión en que alguien lo consiguió fue ya en los años 80, Carl Lewis fue el responsable. Y aquí empieza lo interesante. En la década de los 80´s hubo 6 atletas diferentes que consiguieron bajar de esa barrera de los 10 segundos. En la década siguiente, en los 90´s, fueron 22 las ocasiones en que algún atleta corrió por debajo de ese tiempo y desde el año 2000 a la fecha, ha habido 78 ocasiones en que esto se ha repetido.

Parece que cuando uno de nosotros alcanza un objetivo que parecía imposible, le abre la puerta a otros para que lleguen allá. Es una mera cuestión de tiempo el que seamos capaces de repetir los éxitos de otros. Por eso, en un mundo en el que estamos compitiendo a diario, necesitamos asegurarnos de mantenernos alerta, en especial, cuando hemos tenido éxito. La idea es mantener el impulso, capitalizar aquello que nos ha llevado hasta ese lugar y usarlo para seguir avanzando, seguir creciendo día a día.

La segunda idea, lo de que el éxito puede producir frustración, también encuentra ejemplos en la historia. Seguramente te suena un tal Michael Jordan, el más grande jugador de la historia del basketball. Jordan se retiró del juego en 1993, cuando llevaba tres años consecutivos siendo campeón de la NBA con los Chicago Bulls. La razón, había perdido la motivación. Lo que hacía, y lo hacía muy bien, ya no le gustaba. Necesitaba cambiar de aires, encontrar nuevos retos a los que enfrentarse. Y se fue un par de años a jugar al béisbol.

El agente de Jordan, cuando supo que se quería retirar, y tras superar el shock y unas más que probables ganas de llorar, le dijo al fenómeno:

"Sabes, el sueño americano es trabajar muy duro en algo, convertirse en el mejor en lo que haces, conseguir un montón de dinero y luego poder hacer lo que quieras."

Fíjate lo que trae implícita la frase. Primero haz lo que debes, luego ya harás lo que quieres.

No es probable que Jordan empezara a jugar a basketball sin que le gustara. Pero el caso es que por el camino al éxito, perdió la razón por la cual se esforzaba. Ya no le motivaba seguir jugando, y esto le "obligó" a dejar el juego para dedicarse a algo que sí quería hacer. Al menos, quería hacerlo en aquel momento. Fue mucho más fuerte su impulso de querer hacer algo que la "certeza" de ser bueno haciendo lo que venía haciendo hasta aquel día.

Aquí es donde te digo que el éxito puede llegar a causar frustración. No es que sea desagradable, pero lo más común es que alcanzar algo que estamos persiguiendo requiera de mucho esfuerzo, trabajo duro y no pocos sacrificios. Al final, al alcanzarlo, mirando atrás, pudiera ser que llegues a la conclusión de que no ha valido la pena el camino recorrido. Y eso es frustrante.

Para evitarlo, toma el ejemplo de Jordan. Haz lo que te gusta. Claro, para él era más fácil que para el común de los mortales. Ya tenía la vida asegurada y no tenía necesidad alguna de hacer algo que no le gustara. Pero yo creo que para todos nosotros es lo mismo, más o menos. En algún momento de nuestras vidas tomamos la decisión de recorrer un camino. En ocasiones, decidimos tomar ese camino por razones puramente objetivas, sin considerar el sentimiento que esa decisión nos provoca. Yo creo que cuando tomamos decisiones debemos considerar lo que sentimos, si ese camino que nos estamos planteando empezar a recorrer nos hace sentir bien o lo percibimos como una obligación.

Si es lo segundo, en algún momento pudiéramos encontrarnos en la situación que te decía antes. Echaremos la vista atrás y pensaremos que no ha valido la pena. El mejor seguro para evitar que tal cosa suceda es hacer lo que nos gusta. Dentro de las posibilidades que nos marca el mundo real, claro está. Me explico. A mí me gusta mucho el fútbol. Estarás de acuerdo conmigo en que hay quien vive de eso, y vive por cierto, bastante bien. Lo que en muchas ocasiones no percibimos de los que llegan a vivir de ese deporte es que el camino para llegar es muy duro. Muchos de ellos se separan de sus familias siendo aún niños. Muchos renuncian a la infancia y adolescencia que la mayoría de nosotros conocemos. Y, a pesar de todo eso, son muchísimos más los que no alcanzan el objetivo que los que sí lo hacen. A la hora de decidir si dedicarme o no a jugar al fútbol, pensé en todo eso y me dije: no vale la pena. Te puedo decir que no era muy brillante como jugador de fútbol. Pero también te puedo decir que le pegaba a la pelota bastante mejor que algunos jugadores que han llegado a ser profesionales. La diferencia está en que a esos jugadores les importaba ser profesionales. Ellos sí estaban dispuestos a pagar el precio. Yo no.

A la hora de tomar esa decisión que va a marcar tu futuro, pon en juego lo que quieres, lo que te gusta hacer e investiga acerca del coste que tiene hacerlo. Si estás dispuesto a pagar ese coste, entonces no lo pienses. Hazlo. La convicción de estar viviendo tu sueño te ayudará a seguir adelante cuando las cosas se compliquen. Y si, al final del camino, no consigues el 100% de lo que te habías propuesto, al menos podrás mirar atrás y decir, con confianza, valió la pena.

Todos queremos tener éxito, pero ninguno queremos quedarnos ciegos o estar frustrados, ¿cierto? Para evitar caer en estos "efectos secundarios", toma las decisiones que te hacen sentir bien y cuando alcances tu objetivo, sigue atento, sigue despierto, sigue con hambre.


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