Manejando la información



¿Cómo te ha ido? Disculpa que te haya tenido un poco olvidado, pero aquí estoy de nuevo poniendo remedio a ese silencio. Hoy quisiera hablarte de la información. En varios de los artículos anteriores habíamos presentado de aspectos de la comunicación, pero esta vez quisiera irme un poquito más hacia lo que transmitimos en sí y cómo trabajar con esos elementos.

Hablando de información, la idea es contar con los datos que te ayuden a entender lo que está sucediendo en tu entorno. Yo normalmente tiendo a distinguir entre información pura, interpretaciones y previsiones. Probablemente hay otras mil maneras de clasificar la información, pero a mí me funciona con estas tres.

Antes de empezar a explicar cada una de las divisiones, quisiera recordarte lo que alguna vez dijimos acerca de la comunicación. En primer lugar recuerda que en la comunicación existen tres componentes principales: emisor, receptor y mensaje. El emisor es quien lanza el mensaje que es recibido por el receptor. El mensaje en sí es la información. Ahora bien, no siempre el mensaje que el emisor lanza es el que el receptor recibe. Y tampoco el mensaje enviado tiene por qué corresponder exactamente con la realidad.

En el caso de los interlocutores, emisor y receptor, recuerda que decíamos que las personas filtramos la información que recibimos en función de nuestra experiencia, nuestros conocimientos y hasta nuestras emociones en el momento. Así también, incluimos en la información que emitimos parte de la persona que somos, nuestras interpretaciones acerca de los datos con que contamos.

Dicho lo anterior, hablo de información pura para referirme a los datos. Aquella parte de la información que no es cuestionable y no depende del transmisor ni del receptor. Por ejemplo sería: tenemos 24°C de temperatura el día de hoy.

Tenemos las interpretaciones cuando a los datos les añadimos nuestras interpretaciones. En el caso anterior: hoy hace calor.

Por último, las previsiones se refieren a interpretaciones acerca de eventos futuros: Mañana hará calor.

Al tener claras estas diferencias, podemos manejar la información que recibimos de una forma mucho más precisa. En muchas ocasiones no nos cuestionamos si lo que estamos recibiendo son datos, interpretaciones o previsiones. Y la forma en que reaccionamos está condicionada por esta falta de reflexión. Si en el ejemplo anterior nos dicen “hace calor” cuando la temperatura es de 24°C y nosotros no nos paramos a reflexionar un momento, pudiéramos decidir salir de casa en bermudas, manga corta y chanclas. Tal vez para algunas personas 24°C es una temperatura suficiente para salir así. En mi caso por ejemplo, te puedo decir que pasaría frío, o al menos, que seguramente agradecería un pantalón largo y calcetines. Ahora, si al recibir esa información somos conscientes de que es una interpretación de nuestro interlocutor, podemos preguntar: Oye, ¿qué temperatura hace? Y con eso tendremos una información más completa a partir de la que poder tomar una decisión más acertada.

Por otra parte, es importante también entender que cuando hablamos del futuro, toda la información que recibimos forma parte de las previsiones. Absolutamente toda la información referente a eventos futuros es una previsión. El futuro no es conocido y por tanto lo único que podemos hacer es intentar predecirlo, pero nunca podremos estar seguros acerca de qué es lo que va a suceder. Claro que las previsiones pueden ser más o menos fundadas y las probabilidades de acierto pueden ser elevadas. Pero nunca estamos ante certezas, solamente probabilidades. También es importante entender esta parte porque nos aporta alternativas de acción. Si recuerdas lo que alguna vez hablamos del ajedrez y lo importante de anticipar el mayor número de jugadas posible, esto es lo mismo. Al anticipar las jugadas de nuestro adversario estamos haciendo previsiones, las cuales serán más o menos acertadas en función de múltiples factores que intervienen en el juego; en la vida real, el nivel de acierto de nuestras previsiones suele depender de nuestra experiencia y conocimiento en un campo determinado. Regresando al ajedrez, cuanto más acertadas son nuestras previsiones, mayores son nuestras posibilidades de acción, dado que al dedicar relativamente poco tiempo a anticipar los movimientos de nuestros adversarios, podemos dedicarle mayor tiempo al análisis de nuestros movimientos. Sin embargo, si nuestro nivel de acierto en la previsión de las acciones del contrario es bajo, es probable que debamos dedicar mayor esfuerzo a anticipar sus movimientos, lo que nos deja sin recursos para desarrollar nuestras jugadas a detalle.
En otro orden, y retomando la idea de que tanto el emisor como el receptor filtramos la información en base a factores propios, debo estar atento a cuáles están siendo mis interpretaciones acerca de la información que recibo. Aún cuando puedan estarme entregando datos, tal vez yo estoy introduciendo mi interpretación de forma inconsciente. Esto distorsiona la realidad y me puede llevar a tomar decisiones equivocadas. Es importante por tanto estar pendiente de mis interpretaciones, para detectarlas e intentar eliminarlas del proceso de decisión. Recuerda lo que decíamos alguna vez del mensaje de un director técnico de un equipo de fútbol a su estrella. En función del estado de ánimo del jugador, el mensaje recibido puede ser interpretado como positivo o crearle algún tipo de angustia.

El análisis de la información debe ser lo más aséptico posible, intentando considerar únicamente datos, sin otro tipo de consideraciones. Una vez que tenemos claros los datos, es cuando podemos empezar a introducir las interpretaciones, tanto propias como de otros, para intentar dar un sentido de conjunto a esos datos recibidos. A partir de la interpretación de los datos podemos hacer previsiones acerca de lo que se nos viene.

Enlazado con este manejo de la información está el aporte de la experiencia. A medida que voy acumulando experiencia en el manejo de la información, voy desarrollando interpretaciones más cercanas a la realidad y previsiones más acertadas. Y en este tema de la experiencia, quiero introducir otra de las ideas que siempre mantengo latente: todo está relacionado. Por eso toda tu vida, todas las experiencias que has generado, te aportan para manejar la información que estás recibiendo.

La experiencia nace de los eventos que vives, pero solamente será útil cuando tras haber vivido una situación eres capaz de generar un aprendizaje. Este aprendizaje proviene de una reflexión que yo me permito tras haber vivenciado el evento. Al llevar adelante el análisis de lo sucedido soy capaz de identificar los elementos clave de ese suceso que acabo de pasar y con esto puedo crear un aprendizaje que me servirá en el futuro. Si además tengo la fortuna de generar experiencias similares en buena cantidad, iré adquiriendo mecanismos que me facilitan el alcanzar las mejores decisiones en cada caso, dado que habré sido capaz de establecer patrones de causa – resultado.

Información y experiencia trabajando juntas para alcanzar mejores previsiones acerca del futuro, nacidas de un análisis aséptico de los datos recibidos, dejando las interpretaciones para el momento de la toma de decisión. ¿Te suena?

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