Las contradicciones de la mejoría

No se me vayan a hacer ilusiones. Dos publicaciones no son un hábito y tenemos suficientes muestras en el pasado de mi falta de constancia a la hora de contribuir con mi pequeño granito de arena a construir algo un poco más grande. Peeeero, acá estamos de nuevo.

Esta vez quiero hacerme eco de una noticia que considero interesante.

https://www.eleconomista.com.mx/politica/CDMX-regresa-a-semaforo-naranja-Sheinbaum-pide-no-bajar-la-guardia-20210212-0041.html

Resulta que la CDMX regresa a donde estábamos hace poco más o menos dos meses. Regresamos a una situación mala, pero menos peor. Regresamos a tener que cuidarnos mucho más porque podemos hacer un poquito más fuera de nuestras casas.

Estamos un poco menos mal y por tanto podemos permitirnos algo más de libertad. Sin embargo, al mismo tiempo que nos dan la buena nueva, nos invitan a mantener las precauciones. Con toda lógica y un sentido de la prudencia a prueba de catástrofes. Totalmente de acuerdo, vamos mejor, pero hay que continuar con lo que hemos estado haciendo.

Esto es algo que siempre pasa. Funcionamos mejor en las crisis. Cuando algo debe ser hecho, lo hacemos. Cuando es necesario, sucede. Aunque llevemos tiempo pensándolo sin hacerlo realidad. Aunque lo hayamos comentado hasta la saciedad. Aunque sepamos a ciencia cierta que es lo correcto. No sucede hasta que es imprescindible. 

Lo malo es que nos cuesta mantener el rumbo cuando las cosas mejoran. Nos relajamos. Ya no hay crisis, no es imperativo mantener el foco. Y por eso, para evitar que vuelva la crisis, es importante recordarnos que no nos relajemos.

En general, la mejor forma de evitar tener que tomar medidas de urgencia es mantener cierto nivel de tensión rutinaria. Diría que esa es la definición de disciplina. Hacer lo necesario siempre, a diario. Pase lo que pase, aunque sea el camino más difícil. Si corregimos las pequeñas desviaciones, no tendremos que tomar medidas desesperadas.

Hasta aquí tal vez estemos de acuerdo. Y quizá la siguiente pregunta será la que todos nos hacemos: cómo le hacemos para mantener la disciplina?

Bueno, no tengo la respuesta. Todos somos diferentes y por tanto, lo que nos funciona a cada uno de nosotros, no necesariamente le va a funcionar a los demás. Aún así, me atrevo con una simple pregunta, algo que yo aplico en cada ocasión: qué es lo correcto?

Esta pregunta tiene una respuesta diferente y única para cada uno de nosotros y para cada momento. Y a veces no nos gusta esa respuesta. A veces duele. Cuesta mucho hacerle caso. Pero siempre la conocemos.

Podemos elegir hacer lo que nos parece correcto o no. Podemos evaluar el costo de hacerlo. Podemos estudiar las consecuencias. Y podemos tomar la decisión de recorrer o no el que sabemos que es el camino correcto. Hacer o no lo que es necesario. 

Al final, siempre podemos regresar a ese momento y revisar lo sucedido tras esa toma de decisión. Aprender y, con algo de fortuna, la próxima vez, hacer caso de lo que sabemos.

Suerte, cuídense muchísimo y recuerden que el semáforo interno lo cambiamos nosotros. Nadie más que cada uno de nosotros. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Qatar

Erré el camino??

De como olvidarnos de nuestros límites y las consecuencias asociadas