Definición de genialidad

No estoy muy seguro de que lo que elegí esta semana para seguir escribiendo mis, a estas alturas, habituales bobadas, pueda ser calificado de noticia. Pero, dado que apareció en mi feed de noticias de Google, tomaré como buena la definición dada por el nombre de la aplicación en cuestión y seguiré mi camino.

El Universal: Estos son los "hábitos ocultos de los genios", según profesor de Yale | El Universal.
https://www.eluniversal.com.mx/ciencia-y-salud/estos-son-los-habitos-ocultos-de-los-genios-segun-profesor-de-yale

Resulta que Craig Wright, profesor de Yale nada menos que de un curso dedicado a la genialidad, acaba de publicar un libro con sus teorías. Y por lo que podemos leer en esta entrevista, es un libro que probablemente vale la pena buscar y disfrutar con calma.

El profesor Wright menciona que, en su opinión, la genialidad incluye necesariamente el impacto que el genio ocasiona con sus ideas. De hecho, sostiene que el factor diferenciador para poder considerar que una persona inteligente es en realidad un genio, radica en qué tan duradero es el efecto que sus acciones o sus ideas provocan y en qué tanta gente.

Dice además que la gran mayoría de nosotros nunca cambiaremos el mundo, y por ello, no podemos ser considerados genios. Pero también dice que podemos concentrarnos en cambiar la realidad a nuestro alrededor. Dice que podemos influir en la vida de quienes nos rodean y hacerla mejor. Dice que esto es algo que a las/los genios se les complica, dado que normalmente son personas obsesivas, que terminan por considerar inferiores a quienes les rodean.

Simplemente leyendo esta entrevista, puedo concordar con la conclusión a la que, según el profesor Wright, llegan muchos de sus alumnos tras cursar su asignatura: no me interesa ser un genio. Al menos no según los cánones que el profesor presenta.

Yo diría que para cambiar el mundo no debería ser necesario despreciar a nadie. No por su capacidad intelectual, no por su capacidad de trabajo, nunca por su sexo ni por el color de su piel. Entiendo que no son cosas similares y seguramente muchos ahora mismo están espantados por el hecho de que yo haya puesto en el mismo plano la discriminación sexual, el racismo y la falta de respeto por la capacidad intelectual de las personas.

Desde mi perspectiva, sea como sea, estamos hablando de personas y, si bien sería demagogia decir que todos somos iguales, sí es cierto que todos merecemos el mismo respeto. Sin importar, repito, color, sexo o capacidad intelectual.

Y esto se aplica a todos los ámbitos de nuestras vidas. Tanto a nuestro trabajo como a nuestra vida personal. Voy a dejar a un lado lo más serio, porque no es mi objetivo hablar (escribir, en realidad) sobre racismo o sexismo. Vamos con la parte intelectual. 

No todos podemos ser excelentes en todos los campos. Algunos somos tremendamente torpes para escribir, o para las matemáticas, las artes o las relaciones interpersonales. Pero esto no significa que no podamos aportar excelentes ideas y soluciones de vez en cuando incluso en áreas en las que no somos especialmente hábiles. Mi experiencia me ha demostrado que muchas veces las mejores ideas llegan de personas que no están especialmente relacionadas o enteradas de un proceso. Muchas veces, para encontrar una solución, necesitamos ver los problemas desde un punto de vista diferente. Eso que se conoce como "pensar fuera de la caja". Pues bueno, qué mejor forma de ser creativos que desconociendo los límites de lo razonable?

Pequeño ejemplo. Recuerdo un proyecto que tuvimos hace años. Íbamos tremendamente atrasados y encima se nos complicó aún más con la "pérdida" (en realidad nos ayudaron a perderla) de una herramienta vital. Esa herramienta nos impedía completar el proceso y, en un primer momento, parecía que iba a causar el fracaso del proyecto. Nos reunimos todo el equipo y nos pusimos a buscar soluciones. Los que mejor conocíamos el proceso, de forma natural, teníamos en la cabeza todas las cosas que no podíamos hacer sin aquel recurso. No encontrábamos la alternativa hasta que una de las personas del equipo propuso una barbaridad. Haríamos el 80% del trabajo en cada posición y regresaríamos después a completar el proceso, una vez repuesta esta herramienta.

Debo ser honesto. Tomamos la decisión de ir por aquella alternativa más por necesidad que por convicción. Dado que era eso o aceptar el fracaso, nos pusimos a ello. Al final del proceso resultó que aquella alternativa era mejor y más eficiente. No se le ocurrió a quien mejor conocía el proceso, sino a quien desconocía los límites.

Si hubiéramos descalificado aquella idea por el simple hecho de haber sido expuesta por alguien inexperta, hoy estoy seguro que no estarían leyendo nada de lo que escribo. Aquel fue nuestro primer gran éxito en este pais, y el mejor escaparate para conseguir algunas de las cosas que en años posteriores pudimos conseguir como equipo.

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