Reciclando lo aprendido
Hola, hola. Esta semana tomo una publicación de la web Amigo Cultura en facebook, que amplié para tener algo más de contexto.
https://www.facebook.com/2028948583997876/posts/3600815986811120/
https://www.xataka.com/energia/primer-pavimento-energia-solar-se-instala-barcelona-suelo-antideslizante-conectado-a-placas-fotovoltaicas
La semana pasada proponía la idea de reciclar lo aprendido para aprovecharlo en otros ámbitos. Bueno, esto que nos presentan en Barcelona es una buena muestra, creo yo, de este concepto. Cómo podemos aplicar soluciones conocidas a problemas diferentes para conseguir excelentes resultados. Y vale decir que si el experimento es o no exitoso aún está por verse. Pero que la idea es buena, me atrevo a decir, no está en duda. Simplificando la noticia, probablemente mucho más allá de lo prudente, lo que nos están mostrando es cómo se puede aplicar el concepto de generación eléctrica fotovoltaica y proponer pavimentos que generan energía. Me imagino a los ingenieros que lo hicieron pensando en cómo armar el rompecabezas que tenían delante usando piezas de distintas cajas.
Y esto es un poco lo que proponía la semana pasada. Partiendo de lo que ya aprendimos en el pasado (en este caso, la tecnología para generación fotovoltaica en techos), podemos encontrar la manera de aplicar ese conocimiento para resolver necesidades en otros ámbitos. Hablábamos de reciclar el conocimiento. Quiero ir un poco más allá.
Si somos capaces de reducir a conceptos lo que aprendemos, nos hacemos con un buen puñado de ideas que nos podemos sacar de la manga en el momento en que una nueva necesidad nos lo requiere. Cómo hacer entonces para extraer ese aprendizaje primordial de cada experiencia? Recuerdan las clases de lógica en la secundaria?
"Si a entonces b y si b entonces c, por tanto, si a entonces c."
Este es un principio aplicable a lo que se nos ocurra que sean a, b y c. Lo que prevalece es el concepto, la relación entre cada uno de los elementos. Los valores reales de cada una de las variables no son importantes. Podríamos referirnos a helados, coches, trabajos o decisiones en elecciones. Este es el mismo ejercicio que debemos practicar con cada experiencia que vamos acumulando.
Y para que esto sea posible, lo primero que debemos hacer siempre es vivir la experiencia. No nos adelantemos. Antes de buscar aprender, completemos la vivencia. Incluso desde el punto de vista del aprendizaje futuro, debemos ser pacientes para estar seguros de que contamos con toda la información necesaria. Una vez superada la experiencia, démonos también algo de tiempo para interiorizarla, para asimilarla. Dejemos que las emociones se apaguen y permitamos a nuestro cerebro acomodar las piezas. Solamente entonces es momento de reflexionar en lo aprendido. Una vez con la tranquilidad de las emociones superadas, podemos revisar lo sucedido de manera imparcial. Tanto si estamos revisando y aprendiendo de un éxito como si lo hacemos de un fracaso, por razones distintas, siempre es necesario eliminar las emociones de la ecuación para generar un aprendizaje realmente útil.
Y no digo que no consideremos cómo nuestras emociones condicionaron el resultado de lo vivido. Claro que debemos incluir en el análisis nuestro sentir en el momento en que una decisión fue tomada, pero no debemos dejar que aquella emoción condicione el aprendizaje. No estamos buscando aprobación o reproche. Estamos queriendo entender qué hay de aprovechable en lo sucedido, para poderlo repetir o evitar en el futuro, según sea el caso.
Lo que buscamos en la reflexión es entender cuáles fueron los factores que influyeron en que el resultado final fuera el que resultó ser. Evaluamos si lo que sucedió fue debido a una u otra decisión, o al momento en que fue tomada la decisión. La misma decisión en otro momento hubiera resultado igual? Debemos entender esto. También debemos revisar si el resultado fue consecuencia de las decisiones y/o acciones tomadas o si, por el contrario, sucedió lo que sucedió por la falta de decisiones o acciones.
Al final, lo que buscamos es que nuestras experiencias se parezcan a esto: "a + b = c". Si conseguimos reducir la experiencia a un enunciado como el anterior, habremos aprendido. Podremos aplicar este aprendizaje a otra situación y, con algo de suerte, ir mejorando en los resultados de nuestras elecciones.
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