De decisiones mal fundamentadas

Hola. Esta vez me ha costado un poco atreverme con mi locura semanal. Hay cosas que están ocurriendo en el planeta que uno no puede dejar pasar. Sin embargo estas cosas son tan serias que no me parece prudente frivolizar con ellas. La liga simplemente nos permite centrar el tema.

Excélsior: Caída de Afganistán: las 5 imágenes que podrían empañar la era Biden.
https://www.excelsior.com.mx/global/caida-de-afganistan-las-5-imagenes-que-podrian-empanar-la-era-biden/1466483

De todas las posibles lecturas que este desastre permite, yo me quiero quedar con una que nos pueda servir para nuestro día a día. Y pensando en esto, lo que se me viene a la cabeza es intentar entender todo el contexto de lo que está pasando. Tenemos una guerra de casi 20 años, del país más poderoso (militarmente hablando) del planeta, en un país culturalmente muy diferente y con un resultado que difícilmente admite un calificativo diferente al de fracaso. Creo que la raíz de toda esta historia podría estar en el comienzo. En el momento de la primera toma de decisión y en la posibilidad de que esa decisión se tomara por las razones equivocadas. 

Hace 20 años un presidente de los Estados Unidos tomó la decisión de iniciar esta guerra como respuesta a los ataques contra las Torres Gemelas en Nueva York. Yo pensaría que en esa simple frase subyace todo el problema. La decisión, errónea o acertada, pensaría que fue tomada por las razones equivocadas. Y si de por sí creería que no hay muchas buenas razones para comenzar una guerra, hacerlo por una razón equivocada difícilmente acabará en otro resultado que no sea un fracaso. De esto podemos aprender tod@s nosotr@s.

De entrada, no es posible alcanzar un objetivo que no conocemos. En la génesis de cualquier proceso debe estar claramente instalado el objetivo que buscamos, de forma que, desde ese conocimiento del destino perseguido, podremos definir el camino a recorrer. Parte fundamental de ese objetivo es el bien mayor que perseguimos, algo que en coaching se conoce como metaobjetivo. Lo que está detrás del objetivo. Esto normalmente tiene que ver con un concepto absoluto más que con algo específico. Por ejemplo, puedo ponerme como objetivo encontrar un nuevo empleo para conseguir una mayor estabilidad financiera para mi familia. Busco seguridad para mi familia, éste sería el objetivo tras el objetivo, la razón que justifica mis acciones. Incluso me atrevo a decir que "el fin que justifica los medios". Aunque seguramente no hay fin alguno que justifique algunos medios.

Este concepto nos ayudará a mantener el rumbo allá donde las circunstancias obliguen a ajustar el objetivo. Qué hacer cuando las circunstancias cambian? Cómo vamos a saber si el proceso iniciado mantiene aún su vigencia o es hora de abandonarlo? Sigue teniendo sentido nuestro objetivo? Si tenemos claras las razones que nos empujaron a iniciar el camino, la respuesta se presentará sola. Sabremos si hemos alcanzado o no nuestro destino y podremos analizar si esas nuevas circunstancias han hecho que lo que buscábamos perdiera su sentido. De ser así, ya no tiene razón de ser continuar, podremos hacer el correspondiente cierre para interiorizar lo aprendido y retirarnos con la experiencia y el aprendizaje en nuestra mochila. Si aún se mantiene la necesidad de avanzar, podremos ajustar el proceso, reconociendo la nueva información pero manteniendo su esencia, y seguir adelante. En mi ejemplo, tal vez mientras buscaba empleo me ofrecieron una promoción en mi empresa. Mejores condiciones, aprendizaje y mayor estabilidad. Esto puede ser suficiente para cubrir mi necesidad de seguridad para mi familia y, por tanto, ya no tiene sentido continuar mi búsqueda. Pero si no tengo claro lo que buscaba originalmente, corro el riesgo de perseguir lo que me propuse sin tener en cuenta lo que realmente quería.

Pero nadie inicia una guerra sin tener claras las razones!! Bueno, si la razón era simplemente la venganza, o demostrar su superioridad moral o cualquier otra excusa, en realidad no había una razón sino eso, una excusa. Sin una razón bien meditada y analizada, alineada a nuestro sistema de valores, no identificamos el final del proceso y la guerra se convierte en el objetivo en sí mismo. Tarde o temprano, ese objetivo perderá sentido y el proceso terminará en fracaso. Y cuando la consecuencia del fracaso afecta a la vida de tantísima gente, es mejor evaluar tres veces las razones por las que tomamos las decisiones antes de tomarlas.

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