Decisiones y consecuencias
Hola!! Estoy por acá de regreso para aprovechar la noticia deportiva de la semana. Vaya por delante que yo le voy a la Celeste y al Real Madrid, así que si alguna de mis opiniones pudiera parecer apasionada, seguramente lo será...
Para aquell@s que no sepan quién es Messi, hagamos un rápido resumen. Este caballero es un argentino que, como algunos otros antes que él, salió con talento para pegarle a la pelota con los pies. Siendo aún un niño, alguien en el F. C. Barcelona se dió cuenta de que el chamaco podía terminar siendo un jugador más o menos decente y lo ficharon. Hasta hoy (al menos hasta dentro de unas horas) solamente había jugado a fútbol profesional en el Barcelona (y en la selección de Argentina), lo que probablemente lo hace uno de esos pocos casos que quedan en el fútbol moderno de jugadores que juegan siempre (bueno, ya no...) en su club de la infancia.
Pero Messi es más que esto. También es un jugador que renunció (y luego renunció a la renuncia) a jugar en su selección tras una final del Campeonato del Mundo perdida. Es un jugador que el año pasado no quiso renovar con su club (el Barcelona) porque ya no se sentía a gusto allí. Se quedó, jugó otro año y llegó a esta semana sin contrato. Hizo lo que le pidieron (incluyendo rebaja bestial de salario) para quedarse, pero no se pudo. Y yo creo que lo interesante está en este párrafo. Lo que pasó esta semana fue, en mi opinión, el resultado de un conjunto de decisiones tomadas hace algún tiempo combinadas con otras tomadas en estos días. Vamos a buscarle sentido a esto.
El deporte es un gran negocio en estos tiempos. Los equipos y los deportistas son empresas. Y como todas las empresas, hay algunas grandes y otras no tanto. En el caso de los dos protagonistas de la historia, estamos hablando de dos empresas muy grandes, cada una a su lado del negocio. Estas dos empresas fueron creciendo juntas a lo largo de los años. Ambas caminaron de la mano y compartieron éxitos mutuos, lo que a ambas las aupó a un nivel de reconocimiento mundial reservado a pocos. Durante todos esos años de éxitos compartidos, se fueran tomando decisiones que, vistas en los momentos que fueron tomadas, parecía que iban construyendo un mejor futuro para ambas empresas.
Pero toda decisión trae un costo implícito. En el caso de algunas de las tomadas entonces, se generaron las condiciones para que algo como lo que pasó esta semana fuera posible. Y no digo que las decisiones fueran incorrectas, lo que digo es que contribuyeron a este resultado. En su momento estoy seguro que ambas partes evaluaron las condiciones existentes, probablemente hicieron también algunos ejercicios para intentar entender cómo afectarían al futuro las decisiones que se estaban tomando y, tal vez, incluso imaginaron escenarios catastróficos poco probables. Lo malo es que la realidad normalmente se empeña en demostrarnos que lo que no parecía posible, puede suceder.
Claro que visto desde hoy, parece sencillo concluir que hubo algunos errores, dado que el resultado no deja contenta a ninguna de las partes. Pero vayamos a algunas decisiones anteriores. Apenas el año pasado Messi tenía decidido irse del Barcelona y casi lo consigue. Pero entonces existía una duda acerca de cómo funcionaba su contrato y decidió no llevarlo a las últimas consecuencias en un intento de cuidar la relación que le unía al club. Pero a la vez, decidió también que no era el momento de negociar su futuro, abriendo la puerta de esa forma a que esto sucediera. Independientemente de que al parecer su convicción de quedarse era firme este año, la semilla de lo que acaba de suceder quedó plantada ya hace unos cuantos meses. El tiempo simplemente se empeñó en nutrir esa semilla para que germinara esta realidad. Seguramente en aquel momento, cuando tomó estas decisiones, lo hizo pensando que era lo mejor para su futuro, dadas las condiciones que existían. Las condiciones cambiaron y también las decisiones, pero las circunstancias alrededor dibujaron un escenario que no fueron capaces de evaluar en aquel momento ninguno de los implicados y por tanto no se pudo completar el proceso deseado.
Desde el club, por otra parte, hace años decidieron que el referente del equipo debía ser el mejor pagado, muy por encima de todos los demás. La decisión parecía lógica, dado que el mejor (para muchos) jugador de la historia (para algunos), formado en su casa, no podía írseles por nada del planeta. Además juntos venían de alcanzar todos los éxitos imaginables (y algunos inimaginables también). Pero al tomar esa decisión generaron celos. Algunos otros jugadores resolvieron esos celos abandonando el club, otros renegociando sus contratos (y no solamente con el Barcelona, también con otros clubes) y otros simplemente aceptando la realidad (no son el mismo tamaño de empresa). Aquella decisión generó una suerte de inflación desmedida en el fútbol general, con salarios (para algunos pocos) totalmente fuera de cualquier lógica y con precios de compra/venta de jugadores al nivel de empresas multinacionales. Muchos defienden que el negocio es así, que esas cantidades las generan los mismos jugadores y, por tanto, es lógico que se paguen. Pero la realidad demostró algo diferente. Hoy (es cierto que Covid mediante) la fuente se quedó seca, no alcanzó para renovar a la figura por la mitad de lo que ganaba y no le alcanza a ningún equipo para gastar millones en comprar jugadores. Hoy los jugadores se niegan a renovar sus contratos para poder renegociar su futuro en condiciones más ventajosas. Hoy el negocio ha cambiado.
Es cierto que el Mundo es diferente desde finales de 2019 y que era imposible prever algo como lo que está pasando. Es cierto también que las condiciones creadas por algunas decisiones pasadas hicieron que el márgen de maniobra para adaptarse a estas nuevas condiciones fuera muy escaso. Y no es menos cierto que al momento de decidir, cada empresa debe velar por sus intereses. Aquella decisión de asegurar un gran activo muy valioso, pero muy caro también, generó que el espacio disponible para otros activos fuera muy limitado. Seguramente no pensaron que algo como el Covid afectaría tantísimo a su capacidad de generar ingresos, pero definitivamente sabían a lo que se exponían cuando lo hicieron. Evaluaron mal los riesgos y aquí están las consecuencias. O, tal vez, esto que pasó no es en realidad algo que ninguno supo prever. Quizá, a la hora de tomar las decisiones anteriores, pensaron que esto podía ser un escenario posible y, al menos una de las partes, lo evaluó como aceptable.
Para mí esta situación nos enseña dos cosas. Por un lado, siempre debemos evaluar una posibilidad de que todo salga mal (existe un dicho: espera lo mejor, pero prepárate para lo peor) y entender cómo podríamos reaccionar en ese poco probable escenario. Por otro, debemos entender que las decisiones que tomamos tienen consecuencias a corto, medio y largo plazo. Nuestra capacidad para maniobrar y gestionar esas consecuencias disminuye a medida que nos alejamos del momento actual, dado que la cantidad de factores que pueden afectar a la realidad que nos rodea se incrementa. Debemos también considerar que nuestras decisiones afectan a nuestro entorno y ese entorno, a su vez, tomará decisiones que nos podrían afectar a nosotr@s.
Por todo esto, en mi experiencia, debemos entender que las decisiones son buenas o malas dependiendo del análisis realizado, en el momento de decidir, con la información disponible. Si pasado el tiempo el resultado obtenido no es el esperado, pero esto se debe a un factor que no pudo ser evaluado o a información que no estaba disponible cuando decidimos, entonces solamente podemos aceptar que tenemos limitaciones y buscar resolver lo que podamos en el momento que estamos, sin remordimientos. Solamente si algo que evaluamos causa un resultado diferente al esperado tendremos trabajo que hacer. Deberemos revisar nuestro proceso de decisión y entender si el problema fue que no nos dimos el tiempo necesario para evaluar correctamente las circunstancias, si erramos nuestra ponderación acerca de la importancia de alguno de los factores o si pasamos por alto alguna información. Esto debemos hacerlo mirando al futuro y buscando aprender, generando nuevos y mejores mecanismos de decisión que nos permitan alcanzar lo que perseguimos en el futuro.
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